OPEP y Rusia estiman continuar con recortes ante nuevas amenazas geopolíticas
Esta semana se llevará a cabo una reunión de la OPEP y Rusia en Arabia Saudita donde se discutirán las próximas políticas a seguir en el marco de un panorama geopolítico cada vez más retador, ya que si bien el exceso de oferta mundial se ha reducido notablemente, las crisis políticas que se avecinan podrían amenazar el desempeño del mercado petrolero.
A la fecha ya se cumplen 16 meses del acuerdo inicial de los miembros de la OPEP y Rusia en su objetivo de reducir la producción de crudo, lo que ha llevado al aumento de los precios a máximos de 3 años alcanzando cerca de los 70$ por barril (DPB). Pero este aumento de los precios si bien ha estado beneficiando los objetivos de la OPEP, especialmente a Arabia Saudita, -que necesita altos precios para favorecer la salida a la bolsa del 5% de las acciones de su petrolera estatal ARAMCO-, también ha ayudado a los empresarios estadounidenses que paradójicamente han estado minando los esfuerzos de la OPEP.
Sin embargo, La OPEP y Rusia, que por décadas habían sido competidoras en el mercado petrolero, forjaron una alianza a finales de 2016 para combatir el excedente desatado por un boom en la producción estadounidense de esquisto bituminoso. Aunque se ha demorado más de lo esperado, la estrategia está dando sus frutos. Con los inventarios disminuyendo a niveles normales, la Agencia Internacional de Energía dice que la OPEP y sus socios pueden declarar "Misión cumplida" .
Arabia Saudita, el miembro más grande de la OPEP, dice que los recortes de producción deberían continuar al menos hasta su vencimiento programado para fin de año y posiblemente hasta 2019. El ministro de Energía, Khalid Al-Falih, sostiene que esto es necesario para garantizar que los mercados se hayan reequilibrado adecuadamente y que los precios sean lo suficientemente altos como para alentar a la industria petrolera mundial a invertir en suministros futuros.
El acuerdo también sirve objetivos políticos para Rusia, consolidando el papel del presidente Vladimir Putin como intermediario de poder en el Medio Oriente, donde su gobierno mantiene vínculos con los regímenes antagónicos en Arabia Saudita e Irán y además apoya al presidente sirio Bashar Al-Assad contra una rebelión respaldada por los poderes occidentales.